17 años de la Masacre de Bojayá, el municipio resistente de un pasado oscuro.


Colombia ha sido por años un foco de protagonismo para la guerra. Miles de personas han perdido su vida y aunque se intenta seguir adelante, es nuestro pasado manchado de sangre lo que nos pide a gritos que nunca lo olvidemos y que no dejemos que este país siga viviendo más en conflicto. 

                                 

Lamentablemente hay muchos hechos que contar, pero hoy desempolvaré la catástrofe que azotó al municipio de Bojayá, Chocó en el interior de su iglesia el 2 de mayo del año 2002.

La mañana del 1 de mayo de 2002, el grupo guerrillero de las FARC-EP (Fuerzas Alternativas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo) y el grupo paramilitar de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) se tomaron Vijía del Fuerte en Urabá y luego Bellavista, para iniciar una operación bélica con el fin de establecer quién tenía el poder en aquel lugar. Los habitantes, temiendo por sus vidas, encontraron refugio en la iglesia del lugar, la casa de las Misioneras Agustinas y la casa cural. A las 10 de las mañana del día siguiente, las FARC instalan un cilindro bomba que lanzaría la primera pipeta hacia una casa civil, la segunda (que no estalló) en el centro de salud y la última estalló en el interior de la iglesia, dejando un total de 119 muertos y más de 100 heridos.



Luego, los sobrevivientes empezaron a gritar el nombre de sus familiares y conocidos, aturdidos por la explosión intentaron con todas sus fuerzas salir de la iglesia y cuando lo lograron, se encontraron con combatientes de las FARC a las orillas del río Atrato quienes los dejaron pasar porque eran población civil. Junto a los sacerdotes, atravesaron el río con el fin de encontrar refugio en Vigía del Fuerte donde estaban la mayoría de miembros del grupo guerrillero celebrando la aparente victoria. Allí se quedaron apróximadamente mil habitantes de Bellavista.

Varios cuerpos sin vida tendidos a la orilla del río y cerca de la zona esperaban se enterrados, pero eso no tuvo lugar hasta el día 4 de mayo que llevaron los cuerpos hacia una fosa común porque el cementerio estaba anegado. Los hombres, para poder llevar a cabo la tarea de transportar los cuerpos en canoas, bebían alcohol y fumaban, porque el hedor de decenas de cuerpos que llevaban descomponiéndose en la iglesia era insoportable y usaron bolsas plásticas como guantes para cargarlos. Entre la confusión y el dolor, terminaron de sepultar los cuerpos.

Las fotografías más conocidas de este trágico suceso las tomó el periodista y cronista fotográfico Jesús Abad Colorado López, quien se ha encargado de retratar la guerra en Colombia. De su autoría es El Cristo mutilado. "(...) si así quedó la imagen del Cristoen la cruz, un mero torso con cabeza, por efecto de la explosión, imagínese cómo quedó el resto de la gente" afirmó.



En una ceremonia en 2015 en memoria de las víctimas de aquella masacre, el grupo de las FARC pidieron perdón a los habitantes. Pastor Álape dijo "Sabemos que estas palabras, como lo hemos manifestado, ni devuelve ninguna de las personas que perecieron y tampoco borra el sufrimiento causado, sufrimiento que se refleja en el rostro de todos y todas ustedes por quienes ojalá algún día seamos perdonados", mientras el ex jefe paramilitar, Freddy Rendón Herrera, dijo para EL COLOMBIANO "Nosotros le pedimos a esa población perdón y a la sociedad colombiana y a la humanidad por haber estado allí, aunque no fuimos los responsables directos por haber lanzado esa pipeta, pero estaban combatiendo con nosotros y que un artefacto que ellos lanzaron indiscriminadamente llevó a la muerte a esa cantidad de población, y destruyó esa iglesia, y dejó a muchos heridos. Nosotros pedimos perdón antes que las Farc, lo que pasa es que nosotros hicimos en audiencia pública el pedido de perdón y no nos cansaremos de hacerlo, pero a las Farc, el gobierno los llevó en avión directamente a Bojayá de la mano del alto comisionado para la paz y ellos pudieron ir y pedir perdón allá y salir en televisión y demás".


En 2018 se dio a conocer el resultado de la exhumación de cuerpos que se había estado haciendo en los tres cementerios. 78 conjuntos de tejidos óseos fueron entregados a Medicina Legal y estos aseguraron tener identificados a 32 de ellos. En octubre de ese año, se entregaron a los familiares quienes esperaron por años el cierre de su duelo.


Las víctimas sobrevivientes de este trágico suceso aún sienten esa tristeza, pero han sabido seguir adelante y dejar en alto a Bojayá como un municipio que perdona y lucha por encontrar la paz. La guerra los azota día a día, pero la esperanza en su población sigue firme. Recuerdan a sus seres queridos, aquellos que perdieron en aquel enfrentamiento, su temor y su desesperación, pero siempre teniendo como objetivo crear conciencia para que no se repitan estos actos violentos.

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